10.02.2006

Entre líneas: el cuento o la vida

Descubrí a Luis Landero cuando era adolescente y sabía muy poco de la literatura española más contemporánea. Javier Marías y él levantaron la tapa más o menos al mismo tiempo, pero a Marías lo acabé abandonando y de Landero, quiza debido a su lentitud en publicar, todavía espero ansiosa la última novedad. En 2001 compré la primera edición de Entre líneas: el cuento o la vida (Tusquets Ediciones) y esta tarde la he releído. Es un libro que debe reservarse para un día medio gris, con muchas horas de soledad por delante: sólo así las voces del narrador en primera persona y su heterónimo, Manuel Pérez Aguado, alcanzan su plenitud y coherencia máximas.

Los personajes de este libro que hace de la concisión uno de sus mayores encantos se confunden y entrelazan igual que los retazos de realidad y ficción que van cosiendo en el camino. El pueblo extremeño de Alburquerque es, en verdad, un país muy lejano, y Simbad es Proust y también la señora que vuelve del mercado y cuenta a sus vecinas lo que acaba de pasar en la carnicería. Esta constante mezcolanza es la historia y la esencia de la literatura, y cada escritor puede enfrentarse a sus reflexiones sobre el eterno enigma de un modo u otro. Landero lo hace impecablemente, quizá porque, creo yo, es uno de los escritores españoles que mejor ha utilizado sus obsesiones literarias y su necesidad de contar para crear algo bueno. No es que tenga más que los otros, pero quizá lo ha sabido organizar, hasta ahora, muy muy bien. Sus novelas Juegos de la edad tardía (1989) y Caballeros de fortuna (1994) son únicas. El mágico aprendiz (1999) y El guitarrista (2002) quizá no alcanzan la calidad de sus predecesoras, pero siguen siendo magníficas. Incluso su colección de artículos periodísticos ¿Cómo le corto el pelo, caballero? (2004) merece la pena.

Creo que Landero me gusta tanto porque se esfuerza siempre en recordar que su yo vital está compuesto por un profesor, un lector y un escritor. A veces es difícil convivir con los tres: hay luchas internas, burlas, zonas excluyentes... y algunos momentos, pocos, en que los tres forman de verdad una intensa y armónica persona. Todo ello, junto a recuerdos como el de la abuela que repetía escandalizada que los cuentos no se podían cambiar porque dejaban de ser verdaderos, conforma la mutilación esencial del escritor extremeño y lo condena a mantenerse fiel al espejismo de la literatura sin dejar de sospechar a veces que a él lo que le gusta de verdad es deambular por el mundo sin hacer nada de provecho.

Sobre todo esto trata Entre líneas: el cuento o la vida, que se mueve asombrosamente por la línea que va desde la anécdota risueña a la trascendencia nostálgica, buscando siempre el equilibrio trinitario. Es una exquisitez circense que a mí, como espectadora, me deja maravillada.

6 comentarios:

  1. Me acuerdo poco de Landero y sus Juegos de la edad tardía en una edición de calle de RBA hace varios años. Pero sí recuerdo lugares comunes en una historia arquetípica.
    Me hiciste pensar en la cantidad de escritores que uno descarta tras el primer contacto, y que rarísimamente les da otra oportunidad si la primera vez no fue sobre ruedas. Anoto este libro.

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  2. En fecha 2 de octubre de 2006, zarpó de puerto desconocido una embarcación sin bandera que la identifique: SHANGRI-LA. DERIVAS Y FICCIONES APARTE.

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  3. Puck, qué pena que no te gustara Juegos de la edad tardia... quiza Landero no es tu tipo, pero si, yo creo que merece la pena probar con Caballeros de fortuna. Ya me contaras..

    Blanca

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  4. No hablo de Landero. Me trastornó. hay momentos en la vida en que eres más vulnerable a cierto tipo de libros... el juego metaliterario de Juegos de la edad tardía, el espejo deformado de El Quijote en el que refleja Landero a sus personajes, la triste y gris realidad de una (rancia) posguerra.
    Pero no he vuelto a Landero. Juegos puede que sea su mejor obra. Probé con Caballeros pero no fue lo mismo.
    En fin, algún día...
    Un saludo

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  5. Sí, Portnoy, es verdad que Juegos es dura, y Caballeros es lo contrario: ya no hay espejos ni esa incomunicación claustrofóbica que se sufre en Juegos. Ese contraste me gustó en su momento, el rechazo a repetir lo que en su momento fue acogido como una gran obra de un desconocido.

    Saludos

    Blanca

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  6. como puedo leer entre lineas...online..o descragarlo

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