7.21.2011

Deseo de ser punk

Esta es la segunda novela que leo de Belén Gopegui. La primera, que descubrí por encargo y ya comenté hace tiempo en este blog con más pena que gloria, fue El lado oscuro de la almohada. Puedo resumir la impresión que me ha causado Deseo de ser punk con una frase que me acudía continuamente a la mente mientras leía la novela: "Bah, no me creo nada". Me explicaré.


La historia, que está estructurada en torno al discurso adolescente de Martina, narradora y protagonista de la novela, no resulta creíble porque el eje falla. Y es que Martina no tiene voz propia; es decir, su diario-cuaderno, a través del cual expresa sus emociones, vivencias y pensamientos de todo tipo, no tiene coherencia ni fuerza: a veces resulta demasiado cursi, otras demasiado seco y vulgar. Los diálogos que se reproducen con la intención de evocar escenas concretas del relato tienen un tono o bien pretencioso-poético (nefasta combinación), o bien extremadamente familiar, y este choque resulta muy forzado para la verosimilitud que el lector está dispuesto a conceder a un texto que pretende ser realista. Además, hay incoherencias feas, como el hecho de que el destinatario del relato, que se presenta como una incógnita hasta prácticamente el final, aparece en tercera persona a mitad del libro (muy mal truco). También hay detalles inconcebibles, como que una chica de dieciséis años tenga su hora de llegada a casa a las 10,30 h (no se trata de Martina, sino de alguna amiga suya. A ella, como tiene unos padres progres, no le ponen hora para llegar a casa).


Asimismo, resulta inverosímil el núcleo de la trama, la acción por la que Martina se mueve y por la cual demuestra su rebeldía adolescente para luego escribir sobre ella. Este motivo, que podemos llamar "buena acción", en lína con lo que -sospecho- constituye el eje las novelas de Belén Gopegui, me parece muy pobre. Muy, muy pobre. Se trata de unos locales de juventud tipo centro cívico de barrio pero muchos más guays, o eso he creído entender...y por ellos Martina se mueve y pone toda la carne en el asador.


En fin, he leído la novela sin disfrutar, molesta por las salidas de tono, las cursilerías y las incoherencias, y no creo que vuelva a acercarme nunca más a esta autora que tanto ha escrito y que parece haberse forjado tan buena reputación.


Belén Gopegui, Deseo de ser punk

Editorial Anagrama, 2009.

188 páginas.

7.08.2011

Sobre la felicidad a ultranza

Después de varios años sumida en la oscuridad, regreso, o eso pretendo, con este título tan luminoso como prometedor. Compré la edición de Periférica simplemente porque me llamó la atención y sentí curiosidad por la editorial en general y por la novela en particular. También por leer a un italiano; no se ven muchos por las mesas de novedades españolas. Aunque pueda parecerlo, este libro no es un manual de autoayuda; de hecho, después de leerlo aún no sé si es una historia triste o alegre. Supongo que provoca una mezcla tan perfecta de alegría y tristeza que el lector, desconcertado, no sabe con cuál quedarse. Porque el sentimiento que lo domina todo es la nostalgia, y ésta, como el fado, contiene la ambigüedad justa para que cada uno sea responsable de sentirse alegre o triste según le convenga. El recuerdo de un tiempo pasado; la añoranza de los momentos que dejamos atrás, de las personas que quisimos y ya no tenemos junto a nosotros, ¿provoca tristeza o felicidad? La conclusión, después de leer a Ugo Cornia, es que depende de cómo se lo tome uno. Porque el protegonista y narrador del libro realiza un monólogo en el que evoca a sus padres, a su tía e incluso a su abuelo, ya muertos. También recuerda a alguna chica de la que se enamoró, y sostiene a través del hilo de la memoria la teoría de que, precisamente porque fue muy dichoso en el pasado junto a ellos, debe sentirse feliz al recordarlos. La soledad, así, es mucho mejor en compañía de los muertos, y éstos, cuando se van, nos dejan toda su fuerza para que sigamos viviendo por ellos. De esta forma mueren un poquito menos. Creo que eso es lo que este libro transmite como idea de felicidad, lo cual resulta, en todo caso, esperanzador, a pesar del tono doloroso y profundísimo con el que el protagonista narra algunas vivencias y desmenuza a sus muertos.


De todos modos, es un libro poco recomendable para nostálgicos que hayan perdido a sus padres y seres queridos en general y los recuerden a menudo con cariño. Creo que si estuviera en la situación del narrador, no sería capaz de mirar al pasado de la forma en que lo hace él.


Sobre la felicidad a ultranza

Ugo Cornia

Editorial Periférica, 2011, 176 páginas.