8.17.2011

El Ruletista

Apenas conozco la literatura rumana más allá de Ionesco, pero gracias a una recomendación me acerqué a este relato de Mircea Cartarescu. Su breve lectura, como en todos los buenos cuentos cortos, es una carrera de infarto, una espiral que gira sin dar respiro, una agonía que termina, cómo no podía ser de otra manera en este caso, en muerte. La historia está perfectamente construida para golpear al lector en el instante y el lugar precisos.


El título El Ruletista corresponde, como bien señala Marian Ochoa de Eribe, a un neologismo necesario que va más allá del mero jugador de ruleta. El Ruletista es alguien único, marcado por una suerte atroz que lo obliga una y otra vez a desafiar las leyes de la probabilidad. Su carrera desesperada hacia la muerte está construida mediante un magistral dominio del ritmo, que pone a prueba la resistencia del lector. Éste es el eje estructural del relato, que se sustenta asimismo en el tono desesperado y delirante que adopta el narrador, testigo privilegiado de las vicisitudes del Ruletista. Aparece así una tensión que contrapone a ambas figuras en un escenario desolador, bien caracterizado a base de detalles sórdidos. Éstos, a su vez, empiezan perteneciendo a lo que se denomina comúnmente "bajos fondos" para acabar reflejando la lujosa inutilidad de las élites adineradas. Otra contraposición en escalada vertiginosa.


El relato constituye, definitivamente, un ejemplo de escritura magistral, de cómo la técnica literaria va de la forma al fondo y convierte una historia en un perfecto entramado que provoca en nosotros, pobres lectores, un torrente de efectos cuidadosamente calculados. Y en esa terrible red se entrecruzan reflexiones sobre el azar, la muerte, la codicia o la necesidad de perdurar a través de la ficción (es decir, la literatura como apuesta extrema) que reflejan la riqueza de El Ruletista, esta breve sorpresa tan digna de recomendación.

El Ruletista
Mircea Cartarescu
Editorial Impedimenta, 2010, 62 páginas.

8.05.2011

El escándalo Wapshot

Como muchas otras veces, compré esta novela sin conocer a su autor, simplemente atraída por la edición de Vintage, como siempre, muy cuidada. Entré con ganas en la historia de los Wapshot, una familia adinerada cuyos miembros arrastran la fama de creerse mejores que los demás. Ésta es, básicamente, la premisa inicial a partir de la cual John Cheever nos presenta a los personajes principales: los hermanos Coverly y Moses Wapshot; sus respectivas mujeres, Betsey y Melissa, y la vieja y chalada tía Honora. No se trata, pues, de una saga al uso con un gran árbol genealógico, antes bien, Cheever utiliza los pequeños núcleos familiares de cada Wapshot para entrecruzar varias historias que no tienen, por lo demás, nada en común. Eso es, quizá, lo que más me ha decepcionado al leer esta novela.
Por un lado tenemos al bueno de Coverly y su manía de negar la realidad (de su hogar, su trabajo, sus vecinos...) hasta que ésta le estalla en las manos; por otro lado vemos a Moses, que se empequeñece frente a Melissa para acabar enloqueciendo cuando descubre que ella tiene un amante. Finalmente, tenemos a Honora, que nunca en su larga vida ha pagado impuestos y debe asumir de alguna manera las deudas que el fisco le reclama. ¿Cuál es el escándalo al que alude el título? Supongo que a todos ellos. Ninguno es objetivamente más grave que otro, ni más interesante. Las tramas se complican de un modo superficial, sin profundizar en las razones que llevan a los personajes a tomar las decisiones tan arriesgadas que nos presentan. Incluso aparece alguna que otra carambola de mal gusto, o encuentro fortuito, para acabar en un final que pretende dotar al escándalo, o a los pequeños escándalos, de un cariz filosófico que no viene a cuento. Como si, ya que hemos llegado hasta ahí y conocemos los escabrosos detalles de la vida de los Wapshot, Cheever nos regale unas cuantas ideas a desarrollar por nosotros, lectores. Para que tengamos la impresión de que hemos aprovechado la lectura, supongo. Lamentablemente y a pesar de este guiño final, que llega demasiado tarde, yo sigo convencida de que leer El escándalo Wapshot no aporta nada relevante al lector, a pesar de la bella edición de Vintage.

The Wapshot scandal
John Cheever
Vintage Classics, 1992, 307 páginas.