2.08.2019

Recobrar la voz

Quizá alguien se pregunte alguna vez (o yo misma, dentro de unos años, cuando mezcle etapas de mi vida y confunda intervalos de tiempo) qué ha pasado en estos casi siete años, por qué no he escrito nada y por qué he vuelto ahora. 

La respuesta es que he tenido dos hijos, que ya tienen siete y seis. Eso hizo que perdiera mi voz narrativa y, hace un par de años, empecé a ejercitarla de nuevo, a modularla poco a poco, a ratos, paradójicamente a través de la poesía, que nunca había escrito hasta entonces. Comencé a escribir poemas una tarde de verano con los niños, para matar el tiempo y el calor, y de pronto sentí una enorme furia que ya no recordaba, unas ganas terribles de ponerme a escribir de nuevo, de emitir otra vez una voz literaria. Una voz nueva, porque yo ya era una persona distinta. En ese proceso de búsqueda me encuentro todavía. Creo que estos siete años de silencio me han dado soltura y experiencia. Antes escribía de forma más contenida, me imponía restricciones que ahora me parecen un tanto bobas. Ahora no me importa mostrar mi intimidad, de hecho, busco mi intimidad como parte fundamental de mi voz. Eso es algo que me ha costado entender y aceptar. 

Antes creía que viajar, salir fuera, lejos, conocer lugares y gente nueva era la mejor manera de aprender. Ahora sé que también es posible hacerlo sin  alir de casa, hurgando en lo propio, desmenuzando el ámbito doméstico. Es quizá también el modo de aprendizaje más duro, casi asfixiante por momentos. Pero ayuda a crecer. 

Estoy contenta de haber vuelto. Quién mejor que yo misma para recibirme como me merezco y darme la bienvenida. Seguramente las reseñas, a partir de ahora, ya no serán lo que fueron. Serán otra cosa, estarán escritas desde otras perspectivas. Pero aquí sigo, encantada de explorar nuevos rincones literarios, cargada de energía para que mi voz recobrada se oiga, no importa dónde llegue. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario