Dicen que éste es el mejor relato corto de Henry James, publicado por primera vez en 1888. Lo cierto es que yo no he leído ningún otro, sólo Retrato de una dama, una novlal más bien larga que me gustó muchísimo porque, entre otras cosas, hacía justicia a su título, que si no habría resultado pretencioso. James trazaba, en efecto, un fiel retrato de una mujer que trataba de defenderse lo mejor posible en una sociedad muy hostil, y sin dejar nunca de ser una dama. Los papeles de Aspern deja una impresión parecida a la de la novela, según recuerdo. En este caso, un crítico y estudioso literario llega a Venecia desde Estados Unidos para intentar apoderarse de las cartas y documentos de un poeta que permanecen en manos de la que, según ha descubierto, fue su amante durante muchos años y ahora es una vieja decrépita y testaruda que vive con su sobrina. El crítico llega dispuesto a cualquier cosa con tal de conseguir los papeles de James Aspern, el gran poeta norteamericano que escribió los más bellos sonetos de amor.
El argumento es una advertencia indisimulada al excesivo celo con que muchos biógrafos e historiadores buscan documentos personales de un autor para esclarecer aspectos de su vida, arrojar nuevas luces sobre su obra, comprender mejor sus ideas...Así, el protagonista del relato sufre las consecuencias de su propia falta de escrúpulos al irse enredando poco a poco en la farsa que él mismo ha creado, de un modo sutil pero implacable, al más puro estilo James. Este personaje, el biógrafo empedernido, es muy divertido y curioso a causa, precisamente, de esa falta de escrúpulos que no resulta en ningún momento caricaturesca, y ahí residen el encanto y la maestría del escritor americano. El argumento, a grandes trazos, es exagerado pero nos lo creemos sin problemas, sobre todo si conocemos un poco el mundo de la investigación literaria: hay varios casos bien reales de, por así decirlo, paparazzis literarios, que no se alejan mucho de la historia de Los papeles de Aspern, salvando distancias. Y varias biografías y monografías convertidas en éxito de ventas y de morbo gracias a la publicación de cartas y papeles, hecho sobre el cual el autor, y en ocasiones también su correspondiente, no sabemos qué dirían. En muchos casos, con toda seguridad, se horrorizarían. El primer ejemplo que me viene a la mente, sin pensar mucho, son las cartas que Pedro Salinas escribió a Katherine Whitmore durante treinta años, y que Tusquets acabó publicando en 2002 gracias al empeño con que Jorge Guillén, amigo del alma de Salinas, convenció a la propia Katherine Whitmore. Ésta las depositó en la Houghton Library y consintió en su publicación treinta años después de su muerte. Así apareció "el epistolario secreto del gran poeta del amor", como reza el subtítulo de Cartas a Katherine Whitmore. No sabemos qué opinaría Salinas al respecto, probablemente no le habría importado demasiado, pero a sus herederos, desde luego, no les hizo ninguna gracia.
En fin, son muchas las historias reales que se parecen a la de James, aunque ésta nos brinda un desenlace original y contundente, muy personal, que cierra a la perfección un relato impecable, donde el ritmo y los personajes avanzan sin que nos demos apenas cuenta, y tejen una red que lleva a un solo punto. Así muestra el autor su habilidad para la trama y su dominio del relato corto. No sé si es el mejor pero, desde luego, es brillante.
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ResponderEliminares Jeffrey Aspern no James
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