6.12.2019

20 años de Minúscula

En estos días en que Minúscula cumple veinte años, he recordado cómo me sorprendieron sus libros cuando los vi por primera vez. Por entonces muy poca gente hacía libros tan breves, tan pequeños, tan cómodos de llevar en el bolsillo grande de la chaqueta (una verde que parecía hecha a la medida de la editorial).

El primer libro que compré fue Crónicas berlinesas, de Joseph Roth. Por entonces devoraba a Roth. Unos años más tarde, me reí muchísimo leyendo El papel de mi familia en la revolución mundial, de Bora Cosic, y descubrí a la maravillosa Marina Tsvietáieva gracias a Viva voz de vida

Pero no fue hasta después de tener a mi primera hija cuando realmente exprimí el catálogo de Minúscula. Cuando ya me sentía capaz de leer un rato por las noches antes de caer rendida, decidí emprender el "proyecto Minúscula", que consistía en pedir todos los libros de la editorial que había en las bibliotecas de la ciudad y leerlos en ese ratito. Luego escribía unas notas en un cuaderno para no olvidarme de aquellas historias. Necesitaba libros breves pero inmensos, destellos brillantes en las noches terribles. El eficiente préstamo interbibliotecario barcelonés permitió que me adentrara en la colección Alexanderplatz, que por entonces era la que más me interesaba. Así, descubrí a autores maravillosos como Irmgard Keun (cuyos libros ahora se reeditan), Marie Luise Kaschnitz o Franz Werfel. 

Al cabo de un año o así, el proyecto terminó junto con las existencias de Minúscula en las bibliotecas y yo, más entera y concentrada, pude ampliar mi abanico de lecturas. Aun así, siempre recordaré lo mucho que significaron para mí aquellos libros en aquel momento, porque me permitieron recuperar un pedacito de mí, de aquella lectora que había sido hasta antes del parto y a la que tanto echaba de menos. 

He seguido leyendo a Minúscula y hace poco descubrí Chilean Electric, de Nona Fernández o la extraordinaria obra de Shirley Jackson, ambas reseñadas aquí. Agradezco, pues, a Minúscula su preciosa labor, que tantos buenos momentos me ha dado, que tan buenos libros me ha metido en el bolsillo de la chaqueta. 




6.05.2019

Poemas de la vida interior

He leído estos Poemas de la vida interior escritos por Lizzie Doten (1829-1913) y publicados por la Editorial Wunderkammer en una edición preciosa, y he podido acercarme a la figura de esta gran mujer, una mujer que tenía las cosas asombrosamente claras. Convencida de que en las profundidades misteriosas de la vida interior todas las almas pueden estar en comunión con esos seres invisibles que nos acompañan a lo largo del tiempo, Doten recitaba y escribía poemas revelados por espíritus cuyas emociones, desde muy pequeña, en el retiro de un pequeño armario que había en su casa, aprendió a captar y expresar. 

Así, Doten recita y escribe bajo la influencia de Edgar Allan Poe, Shakespeare o Robert Burns (y a veces, como el caso de Shakespeare, confiesa que no le gusta nada sentir al espíritu en cuestión rondándole) poemas que dialogan con los de sus predecesores, en un brillante ejercicio de intertextualidad que debemos a esa "vida interior". En ella, según Doten, se encuentra una fuente de inspiración y sabiduría que, tratada de la forma correcta, proporcionará a cada individuo incontables satisfacciones. 

Me han gustado mucho estos poemas llenos de fuerza y dolor, donde lo mismo se explica la agonía del gran Poe (el cual, seguro, habría admirado la obra de Doten) que se aconseja a las jovencitas que no se fíen de los caballeros que les sueltan cualquier latinajo para impresionarlas, por muy romántico que este suene. También me ha gustado mucho leer la conferencia "Los misterios de la piedad", que impartió Doten en su día y que acompaña a estos poemas. En ella, la autora muestra una espiritualidad muy libre, nos habla sobre el alma humana y la responsabilidad personal en nuestra relación con Dios, la Providencia el Destino, da igual como queramos llamarlo. Una persona que posa el pie firme en el suelo y dice "Puedo y lo haré" está demostrando su fe en Dios y podrá resolver los misterios del mundo terrenal. Una persona que duda y confía en que todo le vendrá dado, no será capaz de entender nada. La fe en el exterior empieza con la fe en uno mismo, nos dice Doten. Su visión está muy ligada a la del poeta visionario tan característica del Romanticismo y el Simbolismo y, sin embargo, ella la personaliza y la hace accesible a todo el mundo, y ahí reside su originalidad avant la lettre. Doten hace gala de una coherencia asombrosa para la época y las circunstancias en las que vivió...Quizá ella ya sabía que, más de un siglo después, aún tendría lectores con cuyos espíritus atentos podría establecer brillantes complicidades. 

Lizzie Doten, Poemas de la vida interior, Editorial Wunderkammer, 2017, 196 páginas.